jueves, 29 de julio de 2010

To be continued

Tal vez esta historia (que empezo acá) siguio así.  Tal vez no, habra que ver.

El efecto de las sustancias que consumiamos en esa época hacen que el recuerdo, como la memoria en esos tiempos, sea poco nítido. Me acuerdo de estar sentada, contenta y ausente a la vez. Había música, mucha gente, era invierno y debía hacer frío afuera porque la gente estaba adentro. Estaba bastante oscuro pero algo se veía porque Pablo me encontró y se sentó a mi lado. No puedo acordarme mucho de lo que hablamos, y tampoco creo que haya sido algo importante porque mi relación con Pablo es acerca de compartir silencios. Me acuerdo que me preguntó si yo era Etienne.

Etienne Laurent era un poeta que después de nuestras reuniones políticas enviaba comentarios ácidos, asesinos, y acertados por email. El problema era que todos leíamos los emails, pero Etienne nunca venia a nuestras reuniones. La idea de discutir algo escrito por alguien que no estaba presente despertaba pasiones sorprendentes. Cada vez que me viene una ola de escepticismo acerca del valor de la palabra escrita, me acuerdo de aquellas discusiones que crearon amigos y enemigos.

“¿Qué importa si no esta presente si lo que dice vale la pena discutir?” “Es obvio que esta presente y que no quiere decir quien es porque habla de las reuniones con conocimiento”. Algunos, paranoicos, pensaron que Etienne pertenecía a los servicio de inteligencia. “Es demasiado poético para ser servicio.”

Etienne apareció cuando yo aparecí en las reuniones así que yo, que nunca hable en ninguna reunión, pase a ser el centro de atención.