martes, 2 de noviembre de 2010

Cristina y mamá

La repentina muerte de Néstor Kirchner me ha hecho pensar, mucho más de lo que tenía ganas, acerca de mi mamá.
Mi mamá que perdió a mi papá tres meses antes de tenerme a mi, su primer y única hija.
Mi mamá que siempre me recuerda que “es una suerte que yo no haya sido una hija apropiada”.
Mi mamá que solo lloró el día que murió mi abuelo y su amiga Lidia en el atentado a la AMIA.
Estos días me vuelvo a imaginar como cambió la vida de mi mamá el día que desaparecieron a mi papá. La veo a mi mamá sola, con la panza, y me conmueve mucho.

viernes, 29 de octubre de 2010

Néstor y la militancia

“No estas sola, estamos todos tristes” me decía hoy a la mañana Mauro desde Heidelberg. Juan y Nico compartían la angustia en Londres, y más tarde charlaba con Juli, Diego, Robert, y el Topo en distintos lugares de USA de que en estos días no se podía hacer nada. A la noche hablé sin parar con Pablo y con Martín en Buenos Aires. Hace mucho que no hablaba con casi todos los amigos de la militancia. Nos conocimos en las reuniones interminables, desagradables, e inolvidables de HIJOS. Fue durante esas reuniones en las que se discutía hasta las tres de la mañana si una oración de un documento irrelevante tenía que tener un punto o un punto y coma que nos fuimos conociendo, gustando, y juntando. Tanto nos juntamos que algunos generaron vida de toda esa mierda. Los hijos de los HIJOS son de lo más lindo que nos paso como grupo. Ona y Guido nos permiten a todos ser una familia de esas que no tuvimos. 

Y pienso en nosotros, en esos años, y en la militancia.
Durante la militancia experimenté las sensaciones más intensas de felicidad y dolor de toda mi vida. Pablo y Martín siguen allí, siguen militando, nosotros nos fuimos y dejamos de militar. Algunos escriben, otros investigan, trabajan, y todos vivimos.

La muerte de Néstor volvió a juntarnos. En una forma trucha, por Skype, por emails, pero nos reactivo. Por primera vez, en lugar de ver fotos viejas, recordar anécdotas, y compartir cierta cotidianeidad volvemos a discutir política. Volvemos a hacer lo que nos calienta.
Todo empezó, como siempre, por unas palabras de Pablo: “Chicos me voy a la plaza con ustedes. Yo sé que ustedes estarían acá y que acá estarían nuestros viejos.”

No puedo parar de leer todo lo que no paramos de escribir y compartir. Siento que me vuelvo a encontrar con esos pibes jóvenes, perdidos, angustiados, huérfanos, pero llenos de vitalidad que alguna vez fuimos. Sé que este reencuentro se lo debemos a Néstor tanto como a nosotros mismos, pero siento decir gracias. Gracias Néstor por devolvernos la sed de militar.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Yo crecí, me fui, pero nunca me olvidé. Gracias.

lunes, 18 de octubre de 2010

Sueño con la madre

Tuve una noche rara, soñé con secuestros. Soñé con una madre a la que primero le roban y luego le secuestran a la hija. Soñé con la anticipación, con el dolor, inmenso, de quien escucha un teléfono que nadie atiende. El saber que si el teléfono suena y nadie atiende significa la desaparición, el secuestro. La madre lo sabe y sin embargo corre hacia la casa. No le importar el riesgo de que alguien aún este en esa casa, de que la estén esperando, adentro o afuera. A la madre no le importa la política, no le interesa, pero ama a su hija. Ante la desaparición de su hija nada importa. “El riesgo no existe” me había dicho una madre cuando le pregunte si no había sentido miedo cuando buscaba a su hija en plena dictadura. “Estaba muerta, en la muerte no hay dolor”. Quise ir a ese lugar pero me dí cuenta que estaba viva. No sentía miedo, sino angustia, una profunda angustia.

Good morning!
Good morning, I’m leaving.
Isn’t it early?
I have a lot of work. 


Hay días en los que es mejor empezar temprano. Hay días en los que elijo no hablar. No hay nada mejor que no hablar. Ya me siento mejor. No hay angustia, no hay dolor.

domingo, 17 de octubre de 2010

Feliz día mamá

No quería llamar. Nunca quiero llamar, siempre, sin importar el momento, el lugar, los años, la distancia, me hace mierda. Siempre. Ya no busco la excepción. Una de las pocas buenas cosas que he logrado después de vivir en un diván mientras vivía con ella y lejos de ella en Buenos Aires fue no buscar la excepción.

Hoy es el día de la madre, y me toca llamarla. ¿Por qué la llamo? ¿Por qué sigo siendo presa de ese impulso suicida de lastimarme? Nunca nada es suficiente. Nada. Si la llamo porque la llamo, y si no la llamo porqué no llamo. Siempre voy a perder. Siempre.

Sé que está en la casa de su marido en el country. Sé que esta mi medio-hermano con mi nuevo sobrino. Sé que no espera mi llamado, sé que salvo el tío Julio, a nadie le importa si llamo o no.

Hola mami, ¡feliz día! 
Ah, ¿te acordaste?
Sí. ¿Cómo estas? 
¡No puedo creer que te acordaste!
Sí, me acorde. 
Dale, decime la verdad, te aviso el tío Julio.
No mami, me acordé, esta en todas los diarios, todo el mundo sabe que hoy es el día de la madre en Argentina. 
Bueno es verdad, vos lees todo el tiempo. Como tú papá.

Siempre me cuenta cuanto me parezco a mi papá, y a veces me pregunto si su odio tiene que ver con cosas que ella no resolvió con él. Con cosas que ella, como yo, nunca vamos a poder resolver porque él no esta, porque él se fue, porque a él lo desaparecieron. De eso, no tenemos la culpa ninguna de las dos. Ninguno de los tres.
Me quedo callada.

¿Cómo estas? 
Bien, bien, vino tú hermano con el baby, está cada día más lindo, ya lo vas a ver cuando vengas.
Si me muero de ganas de conocerlo. 
Bueno nena, gracias por llamar, voy a tener que dejarte, gracias.
De nada mami, que la pases bien con “tú familia”
Si esta bien, está muy lindo el día, me gustaría que vos estuvieras acá conmigo.
A mi también. 
Bueno, ya en diciembre nos vemos.
Si, un beso mami. 
Otro.

Hubo un silencio. Siempre hay un silencio. Siempre. Después corte el teléfono. Quería decirle tantas cosas, y ella sabía y por eso espero, pero no pude. Una vez más no pude. Nunca puedo. Nunca.




miércoles, 13 de octubre de 2010

Y, una frase que tienen ellos que es inconfundible: Compañero. Si dice cómo le va compañera, ya está, es peronista.

jueves, 29 de julio de 2010

To be continued

Tal vez esta historia (que empezo acá) siguio así.  Tal vez no, habra que ver.

El efecto de las sustancias que consumiamos en esa época hacen que el recuerdo, como la memoria en esos tiempos, sea poco nítido. Me acuerdo de estar sentada, contenta y ausente a la vez. Había música, mucha gente, era invierno y debía hacer frío afuera porque la gente estaba adentro. Estaba bastante oscuro pero algo se veía porque Pablo me encontró y se sentó a mi lado. No puedo acordarme mucho de lo que hablamos, y tampoco creo que haya sido algo importante porque mi relación con Pablo es acerca de compartir silencios. Me acuerdo que me preguntó si yo era Etienne.

Etienne Laurent era un poeta que después de nuestras reuniones políticas enviaba comentarios ácidos, asesinos, y acertados por email. El problema era que todos leíamos los emails, pero Etienne nunca venia a nuestras reuniones. La idea de discutir algo escrito por alguien que no estaba presente despertaba pasiones sorprendentes. Cada vez que me viene una ola de escepticismo acerca del valor de la palabra escrita, me acuerdo de aquellas discusiones que crearon amigos y enemigos.

“¿Qué importa si no esta presente si lo que dice vale la pena discutir?” “Es obvio que esta presente y que no quiere decir quien es porque habla de las reuniones con conocimiento”. Algunos, paranoicos, pensaron que Etienne pertenecía a los servicio de inteligencia. “Es demasiado poético para ser servicio.”

Etienne apareció cuando yo aparecí en las reuniones así que yo, que nunca hable en ninguna reunión, pase a ser el centro de atención.