Y pienso en nosotros, en esos años, y en la militancia.
Durante la militancia experimenté las sensaciones más intensas de felicidad y dolor de toda mi vida. Pablo y Martín siguen allí, siguen militando, nosotros nos fuimos y dejamos de militar. Algunos escriben, otros investigan, trabajan, y todos vivimos.
La muerte de Néstor volvió a juntarnos. En una forma trucha, por Skype, por emails, pero nos reactivo. Por primera vez, en lugar de ver fotos viejas, recordar anécdotas, y compartir cierta cotidianeidad volvemos a discutir política. Volvemos a hacer lo que nos calienta.
La muerte de Néstor volvió a juntarnos. En una forma trucha, por Skype, por emails, pero nos reactivo. Por primera vez, en lugar de ver fotos viejas, recordar anécdotas, y compartir cierta cotidianeidad volvemos a discutir política. Volvemos a hacer lo que nos calienta.
Todo empezó, como siempre, por unas palabras de Pablo: “Chicos me voy a la plaza con ustedes. Yo sé que ustedes estarían acá y que acá estarían nuestros viejos.”
No puedo parar de leer todo lo que no paramos de escribir y compartir. Siento que me vuelvo a encontrar con esos pibes jóvenes, perdidos, angustiados, huérfanos, pero llenos de vitalidad que alguna vez fuimos. Sé que este reencuentro se lo debemos a Néstor tanto como a nosotros mismos, pero siento decir gracias. Gracias Néstor por devolvernos la sed de militar.
No puedo parar de leer todo lo que no paramos de escribir y compartir. Siento que me vuelvo a encontrar con esos pibes jóvenes, perdidos, angustiados, huérfanos, pero llenos de vitalidad que alguna vez fuimos. Sé que este reencuentro se lo debemos a Néstor tanto como a nosotros mismos, pero siento decir gracias. Gracias Néstor por devolvernos la sed de militar.